El lector debe saber que este libro no es una novela tradicional. Tampoco es un guion cinematográfico ni un manual práctico para escribir uno. No pretende ser un diccionario de coloquialismos, y menos, una radiografía de Medellín.
Sin embargo, esta obra tiene un poco de todo lo anterior. Por su extensión y número de palabras, entra en la categoría de novela corta — y policiaca en este caso—. Su lenguaje y estructura son cercanos a los del guion cinematográfico, porque se narra a partir de secuencias y escenas, en lugar de capítulos. Tiene, además, algunos elementos de manual didáctico para ayudar al lector a entender los tecnicismos que conlleva la lectura de un guion de cine.
No es diccionario, pero está plagado de notas al pie con definiciones básicas, informales y, la mayoría de las veces, sesgadas a mi uso particular de palabras o expresiones paisas[1]. Para la lectura de los diálogos, sugiero que el lector lo haga ignorando las normas ortográficas, las cuales omito en repetidas ocasiones para mantenerme fiel al acento de los personajes.
Y no describe a Medellín, sino que les narra a nativos y foráneos, mi interpretación de la ciudad donde nací, crecí y habito al escribir estas páginas.
[1] Así se les llama en Colombia a los habitantes de las regiones de Antioquia, Risaralda, Caldas, Quindío, noroccidente del Tolima y norte del Valle del Cauca.